Salida de Campo
Como producto del proceso de investigación formativo adelantado, se reconoce la salida de campo como estrategia pedagógica, que favorece la enseñanza por parte del docente y el aprendizaje significativo de los estudiantes. Por ello, en este caso, es importante explicitar su concepción, naturaleza, características, valor y practicidad en los contextos escolares.
Se concibe la salida de campo como una actividad científica asimilable metodológicamente a cualquier tipo de investigación, como lo afirma Delgado (1999); por tanto, en ella, se realiza la adquisición sistemática de datos nuevos o brutos dentro de un área previamente delimitada. El contacto directo con el territorio, permite alcanzar un mayor conocimiento del mismo, que por supuesto, permea el acto educativo al invitar al análisis de lo local, de gran riqueza para adquirir conciencia espacial desde el entorno.
Por otra parte, se considera como una: “actividad significativa en la enseñanza y aprendizaje de la geografía puesto que permite desarrollar la capacidad de organización espacial de los estudiantes, al establecer relaciones entre el territorio físico y las funciones sociales que tienen lugar sobre éste, potencia habilidades de pensamiento como la observación, la descripción y explicación del fenómeno geográfico”(Rodríguez y Pérez, 2000: 58).
También, permite identificar, como lo afirma Souto (1988), las variables que componen el medio ambiente local y eco geográfico, relacionándolas con planteamientos referidas a otras localidades, reconoce así mismo, los intereses individuales y colectivos en los proyectos de organización del territorio (POT), facilitando el análisis de las distintas formas de organización de los grupos sociales.
Dentro de las características más representativas de la salida de campo se encuentran: la confluencia de los procesos de observación y descripción geográfica, la posibilidad de realizar observación directa y lectura de paisaje, la resolución de problemas, como la recuperación de ámbitos ambientales (reforestación, conservación de cuencas hídricas, organización y gestión comunitaria), el compromiso del trabajo colaborativo entre equipos de maestros y de estudiantes.
Así mismo, con la salida de campo el estudiante comprende cómo funciona el espacio, mediante el contacto directo con las formas organizativas del mismo, para poder diferenciar los usos, los costos y las funciones que los usuarios delegan en este.
Entre las fortalezas de la salida de campo está atenuar el verbalismo de las clases, relacionar la escuela con la comunidad, ejercitar en el estudiante la compilación de datos, análisis y comparación de los mismos, educar socialmente a través de la cooperación entre colegas y lograr que se establezcan nuevos contactos con otras personas.